domingo, 29 de julio de 2007

La "primera vez" homosexual


Suele decirse que toda primera vez es poco placentera y no sólo por cuestiones físicas, sino también por los miedos, los nervios y las novedades a enfrentar. Pero un primer encuentro sexual con alguien del mismo sexo tiene la carga extra de los prejuicios externos. Cómo se vive, a quién contarlo, a quién preguntarle…



“Yo sabía que era gay y quería hacerlo pero no me animé, tuve miedo. No había tenido chances de preguntarle a nadie y no tenía información. Me encontré en una situación extraña y sin saber qué hacer”, contó Marcelo (34) respecto de su primer encuentro sexual trunco debido a un inesperado llamado que aplacó la situación que estaba por darse e hizo que el miedo se adueñara de él hasta paralizarlo.

Para María Rachid, fundadora de la organización lésbica "La Fulana", un encuentro sexual homosexual “se vive generalmente con mucha culpa y miedo porque no hay modelos establecidos ni referentes para saber cómo hay que actuar. Por el contrario, todo lo que hay son mensajes negativos que lo asocian con la enfermedad y la culpa. Entonces pese a que el placer y la búsqueda de la identidad superan lo anterior, el miedo y la culpa persisten haciendo que se viva con más temor que en una relación heterosexual”.

“Mi mayor miedo fue el riesgo de contagiarme algo porque no lo conocía mucho. Sin embargo, no dude al momento de hacerlo. Creo que me arriesgue demasiado, pero no me arrepiento. A los pocos meses deje de verlo, lo que me sorprendió. Pero supongo que las cosas en general, en el 'ambiente', son así”, confesó Sebastián (19).

Por su parte, Luis De Gracia, coordinador del grupo de jóvenes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), coincidió con Rachid y agregó que “pesa mucho el miedo de estar haciendo algo incorrecto. Lo que a su vez depende de la familia en la que se haya criado y los valores de la misma”.

El psicoanalista Alejandro Viedma aclaró que “si bien toda relación sexual es traumática, la culpa que se pone en juego en la homosexualidad le agrega un plus a esos miedos naturales. Los mandatos sociales, además, hacen que se viva un poco más en silencio ya que el miedo al prejuicio y al qué dirán son muy fuertes. Y eso genera angustia”.



Todo en la Biblia de la nueva generación

En estos casos, es común que la amiga experimentada no esté tan cerca como para evacuar todas las dudas acerca de la iniciación sexual. Sin embargo, la curiosidad y la necesidad de saber e informarse, o simplemente contarlo, persisten y hay que buscar el modo para hallar respuestas.

La opción por excelencia parece ser Internet: “Es el ámbito más utilizado de consulta. Además hay boliches y lugares de citas gay. Si bien todavía no está del todo sociabilizado hay avances. Y eso hace que no sea tan vergonzante ser gay. Cuando yo empecé había que preguntarle al maricón experimentado. Y había que dar con alguno, que era lo más difícil”, sostuvo el presidente de la CHA Cesar Cigliuti.

“Cuando me di cuenta de mi sexualidad empecé a buscar en la red. Ahí me hice amigo de un grupo de chicos gay y comencé a juntarme con ellos. Eso me dio la posibilidad de, antes que nada, poder hablar sin miedo. Y después, de intercambiar experiencias”, contó Ignacio (22).

Lo cierto es que “en general los amigos de siempre y la familia no sirven como confidentes por eso se buscan alternativas. Muchos se acercan a lugares de encuentros de gays y lesbianas. O bien a organizaciones para poder hablar de ello y crear vínculos”, contó Rachid.

“Hoy mi familiares y amigos saben que soy lesbiana pero en su momento no tenía a quien recurrir. No encontraba contención y no me animaba a hablarlo con mis amigas. Pero la vida te va llevando y terminé en un grupo de gays y lesbianas que me dio esa seguridad que necesitaba”, contó Jessica (32).

Sin embargo, la fundadora de "La Fulana" explicó que “las organizaciones suelen trabajar a pulmón. No hay un 0-800 del Gobierno como para otros casos de vulnerabilidad y por eso es muy difícil acceder. Existe el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofóbia y el Racismo) pero a veces las personas tienen vergüenza de exponer allí lo que necesitan porque no saben quién los va a atender y tienen miedo a la marginación y exclusión. Entonces las organizaciones les resultan más amigables”.

“En ocasiones cuentan la experiencia a su grupo de amigos pero cambiando el sexo de su acompañante hasta que pueden elaborar la salida del closet con el fin de hablarlo. Lo cierto es que no hay mucha información y eso hace que un poco uno vaya configurando las cosas a medida que van pasando”, explicó De Gracia.

Sin embargo, hay quienes lograron romper los moldes de una sociedad que si bien avanza contra la xenofóbia, lo hace a ritmo lento. Es el caso de Sebastián quien “sobre consejos y demás siempre recurrí a mis amigos, tanto a los gay como a mis amigos y amigas del colegio, ya que varios de ellos sabían de mi condición. Y además teníamos una comunicación muy fluida. Demasiado fluida, diría yo, respecto del tema”.

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